Y le hablé claro y no me volteó a ver, le grité tan fuerte y sólo me golpeó con el desprecio de su silencio y sin darme cuenta había perdido más de lo poco que tenía, había perdido gran parte de mí, sólo por buscarle y ver que no llegaba.
Me senté a la orilla de un río en forma de ángel y volví a esperar paciente como antes. A lo lejos se observaba una rosa de color azul que flotaba tan suave que parecía que no era real, su olor era tan dulce, algo que jamás había percibido, su color era algo tan indescriptible y tan solo verle me tranquilizaba en demasía. La observé por días y noches con enorme alegría hasta que intenté tomarla suavemente por el tallo para no arruinar su belleza, pero noté que mientras lo intentaba la rosa perdió un pétalo que traté de colocar, pero lejos de arreglarla, sólo la empeoré. Lloré de desesperación y tristeza al ver como en mis propias manos se arruinaba lo que con tanta paciencia había esperado. No me quedaba más que dejarla en el suelo y esperar a que el viento se la llevara difuminándola por completo de mi vista.
Me volví de nuevo a aquella orilla,y acomodando mi vestido me dispuse a esperar una vez más, lo que hace días seguía esperando a que llegase....
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