Rafael observaba todas las noches que las nubes iban en diferente direcciones más nunca le dio importancia. Iba a la escuela y sentía que el sol caía en sus hombros de una manera diferente. Escuchaba que el viento le susurraba palabras de aliento, sus sueños eran cada vez más extraños y al despertarse por las madrugadas tenía una sensación de paz.
Rafael tuvo un sueño, un sueño donde en medio de una ciudad poblada por ángeles que caminaban por las calles se tomaban de las manos y se elevaban al cielo, dejando al descubierto una banca iluminada por una luz cálida que bajaba del cielo, ahí de espaldas se encontraba una mujer de cabello largo destellante . Se acercó despacio tratando de reconocer a esa mujer. Ella simplemente levantó sutilmente la cabeza y lo observó.
La mujer levantó las manos al cielo e hizo una oración, se puso de pié y avanzaba mientras los copos de nieve caían sobre su vestido celeste. Pero Rafael no tenía frió ni miedo, solo quería seguir observando a esa preciosa mujer que cada vez más cerca, le tomaba la mano : Hombre de gran corazón, tu camino viene, y a la vez vas hacia él, hacia lo que más amas. La felicidad está en tus manos, mis palabras son pocas, pero muchas las bendiciones que a ti vienen.
Rafael cerró los ojos y ella le besó la mejilla: No olvides mis palabras hombre de gran paciencia. La felicidad está en tus manos.
La mujer se desvanecía y Rafael perdía el calor de la mano que sujetaba la suya ,observando como desaparecía la silueta de la mujer a la que llamó... Esperanza...
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